jueves, 4 de febrero de 2010

Convicción ajena

Wow. Estuve alejado algún tiempo de aquí. Fue un etapa, no sé si te ha pasado, que aunque viviste reciéntemente, no podrías acordarte de ella por más sudor de otra persona haya dejado en tu cama o en tu vida. Es una etapa en la que todo era tan oscuro, que por más que trates de acordarte de las caras de las personas con la que tiraste (jamás catalogaría eso "hacer el amor" y menos "tener sexo", es algo mucho más superfluo), no puedes acordarte qué hiciste realmente.

Y, precisamente cuando pensaba en eso, encontré una frase del dramaturgo irlándes Oscar Wilde que describe precisamente esas épocas en la vida: "Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo".

Esta época recién vivida por mí podría llamarse como una mera existencia vanal sin ningún tipo de motivación alguna. Claro, no podría describir o caracterizar todos los momentos recién pasados como una mera existencia carente de significado; pero sí podría decir que me encuentro en el mismo punto que cuando me adentré a la oscuridad: sin respuestas.

Cuando conviertes al amor como tu motor principal de vida, cuando sólo ries o lloras por un tercero o, peor aún, cuando dejas de tener una silla que se llama "Companer@ de vida" para colocarle "Pedro o María" estás grave. Mi metáfora es sencilla: Cuando te das cuenta que ya le otorgaste el carácter de PERMANENTEMENTE POR SIEMPRE a alguien, es cuando debes darte cuenta que estás cometiendo la mayor traición, a ti mismo y una carga innecesaria a la contraparte.

Una de las verdades que acepto como universal es que los seres humanos somos seres inestables, mutantes, cambiantes (no necesariamente evolucionando, porque sí que hay seres que involucionan en esta vida). Creo que estarías de acuerdo conmigo si afirma que nadie ha nacido y ha muerto manteniendo siempre los mismos ideales, sin que al menos sus perspectivas hayan sido levemente modificadas por las experiencias vividas, no?. Bueno, qué demonios pasa por nuestras mentes cuando le asignamos un sinónimo de perpetuo a algo inestable? Cómo podemos apostar a un futuro compartido sin ningún plazo cuando hasta la vida lo tiene?

La idea de amar "hasta que la muerte los separe" es realmente atractiva. Cesarían las búsquedas infructuosas, los ensayos/error que tantas marcas dejan en el alma, acabarías con la soledad que siempre amenaza en regresar, Wow, eso sí es tentador y hasta posible de conseguir. Pero cómo saberlo? La felicidad plena no existe, tampoco esa clase de convicciones.

No busco evitar que ames o que te amen; lo que sí busco es tratar de convencerte (y convencerme) de que una tímida estabilidad siempre dependerá más de nosotros que de cualquier tercero. Si a veces nosotros mismos nos defraudamos, hemos de esperar que los demás no puedan hacerlo igualmente?

Mientras tanto, yo seguiré fumando y repitiéndome que todo es culpa de la inconformidad humana. Sin embargo, nunca perderé la esperanza. No de que la esencia humana cambie, sino de poder encontrar a un tercero que equilibrie la balanza, pero que la balanza de él y la mía sean las mismas. Que el amor no sea un producto tranceable, sino de que ambas etiquetas (las de companero y su nombre) existan bajo un mismo techo: el mío.

1 comentario:

Carlos Brito dijo...

Siempre he mantenido esa idea, todo tiene su fin; creo que por eso algunas de mis relaciones han fallado, le doy mucha importancia a ese "hecho" y.. creo qe lo mejor es dejar que todo fluya y no pensar en eso cuando estés cn la persona indicada. Se estropea todo. Saludos